lunes, 29 de abril de 2013

Perla de la Madre Cándida por Antonio Grau


Carta nº 187     Agosto 1900
“…por eso verá usted que no puedo todo lo que quiero, aunque la voluntad es grande”  

            No hay nada como conocerse, nada hay como saber tus grandezas y tus limitaciones. Y no pasa nada por reconocerlo con tranquilidad. Tengo mucha voluntad, pero no puedo todo lo que quiero. Esas son las grandes personas, esas son las personas a las que merece la pena escuchar y aprender de ellas.

            Estamos a punto de terminar el mes de abril y me sirve para hacer un puente entre dos fechas: 27 de abril y 31 de mayo. Esta semana iniciamos en el cole unas reflexiones sobre la primera fecha y al acabar iniciaremos otras sobre la segunda. Es una nueva oportunidad para seguir conociendo y seguir queriendo a la maestra y a la alumna, a la fundadora y a la seguidora.

            A punto de dejar el tiempo pascual nos encontrábamos ayer con un sabor a resumen vital: amaos unos a otros como yo os he amado. Simplemente amar, y en caso de duda, como Él nos amó. Sencillo de entender, pero …………….. de hacer. Pero no quiero dejar de comentar la frase que sigue a esta en el evangelio. Me refiero a eso de la señal. Siempre me habían dicho que la señal de la cristiano es la cruz, y no voy a ser yo quien diga que no. Pero hay otra señal, mejor dicho, es la señal de verdad. Creo que se entendió mal eso de la señal de la cruz, y de ahí que se hicieran cruces de oro, grandes, con diamantes, de madera tallada, etc, y pensamos ya tengo la señal. Pero era un error así entendido. La señal es la de amarse unos a otros. Y esta está poco potenciada. En esto conocerán que sois mis discípulos. No estoy en contra de otras señales, ni de la cruz en el pecho, no de camisas distintivas, ni de nada. Pero creo que hoy hay que poner a la vista otra señal: amarnos. Y esta sí que es difícil. A mí me cuesta menos llevar la cruz en el pecho, que coger la otra señal.

            Porque el corazón, a través de la cruz, se debe convertir de nuevo en corazón. Porque las manos agarradas a la cruz se deben convertir en fuerza para ponerlas al servicio del amor. Porque aunque no pueda todo lo que quiero, se trata de tener una voluntad grande.

            Y, como dice el evangelio de hoy, estas cosas solo las entienden la gente sencilla. Y es la gente que se cansa, que se desespera, que no entiende, pero a la vez, es la gente que sabe que en caso de cansancio puede acudir a Jesús porque alivia el peso, acompaña en el peso y ayuda a llevarlo.

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